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domingo, 29 de enero de 2017

Las viejas tradiciones de Romita Guanajuato.

     La historia es una temática propensa a olvidarse o en su defecto a ser distorsionada al pasar de los años si no se le tiene un meticuloso estudio y resguardo. Y los pueblos pequeños no están exentos de esta calamidad aunque, a diferencia de las grandes ciudades, contienen una particularidad más recalcada: La voz, tradiciones que han sobrevivido gracias a la transmisión de generación en generación gracias al interés de las familias por  preservar su cultura.
Pero a pesar de esto, poco a poco se van dejando en el camino del olvido algunas tradiciones que conforme van llegando nuevas generaciones se les va prestando menos relevancia hasta dejar de ser practicadas en su totalidad.

Uno de estos pequeños pueblos que aún conserva fuertemente la mayoría de sus tradiciones es la ciudad de Romita, en el Estado de Guanajuato, una ciudad en pleno y rápido crecimiento que cada año celebra de manera rebosante y ya muy reconocido un novenario al santo patrono de la ciudad, o en este caso patrona, que no es más que María de Guadalupe y que a esta festividad de manera muy general se le llama "La fiesta de Romita".




Sin embargo se han dejado atrás otras tradiciones que, de no ser que alguien se tomó la molestia de compilarlas, las nuevas generaciones nunca hubieran sabido de ellas. Y es por esto que aquí enlisto algunas de las tradiciones idas de Romita Guanajuato:

"1.-  El Gallo de "El Grito".

La banda de música sonaba a todas horas. En  las fiestas patrias, ofrecía la presidencia municipal la noche del 15 de septiembre después del grito, lo que se denominaba "El Gallo".

Los funcionarios que habían presidido los actos cívicos, daban tres vueltas al jardín seguidos por los músicos; de ahí marchaban a la recepción que se ofrecía en los patios de la presidencia; había enchiladas y otros antojitos para los invitados. Después de cenar iniciaba "El Gallo", que era salir a cantar todos y todas por todas las calles, en el frescor de la noche, pero con calor en los corazones. Hasta las 4 de la mañana, la banda de música ya ni se iba a dormir, mejor se esperaba porque a las 6 de la mañana iniciaba la ceremonia de izamiento de la Bandera, en medio del retumbo de potentes cámaras que sacudían al pueblo, participando todas las bandas de guerra de las escuelas, la banda de música, autoridades y pueblo vil, en un recorrido por las principales calles de la villa.

2.- El Paseo de las reses.

Por las calles del jardín, antes de que existiera la zona peatonal, y por las calles principales, las estridencias de la tambora, la tuba, los platillos y de toda la banda de música precedían el desfile de las reses. Era por la mañana. Cada tablajero exhibía sus mejores bestias, le recordaba a la gente que había terminado la abstinencia carnal. Acabó la vigilia. Muy adornados con papel de china de colores, los carniceros llevan los bichos partiendo Plaza. Los llevan al matadero. El rastro se encontraba a lado de lo que hoy es la escuela Revolución Mexicana. Y ahí va la caterva de harapientos y descalzos tras la música y los toros. Una estampa digna de Goya. Ya en el abasto, (el Antiguo rastro) la gente compraba las tripas, la sangre para la rellena (Moronga) y el menudo, que desde ahora ya limpio, se dejaba serenar en agua con cal para el almuerzo del domingo.

3.-  La bendición de los animales.

En décadas ya lejanas, la dichosa bendición, convocaba a todo aquel cristiano, chico o grande, que tuviera animales para que concurriera con uno, a recibir la bendición. Aunque el lugar de la sencilla ceremonia ha cambiado, pues antes se realizaba en el barrio de San Antonio, que hoy es la calle Peñaranda y en el patio de la parroquia.

El día 17 de enero, el atrio de la parroquia hierve como una sucursal del arca Noé. San Antonio Abad es sacado en andas de su capilla y paseado por el espacio su lugar. Una figura voluminosa, capucha, hábito de monje, las luengas barbas, a los niños siempre nos causaba temor. Este Santo es El ermitaño, habitante de los desiertos de Tebaida, fundador de La vida monástica cristiana; se le representa con un báculo y una campanilla en la mano, propia de los ermitaños, para ahuyentar al demonio, un cerdo y unas llamas de fuego a sus pies.

Por todos lados se mueve sin juicio la chiquillería, abrazadas llevan las bestezuelas, ese día bañadas y arregladas con cadenas y moños de colores; todos llevan sus mascotas muy enjaezadas, unos con palomas y gallinas, otros con toda especie de pájaros en sus jaulas, conejos, perros y gatos Por ahí se andan correteando, tumbando chiquillas que lloran sin que nadie les haga aprecio; a otro se le sueltan los conejos y el puerco que allá va corriendo por todo el jardín. Muchos señores llevan animales del ganado; chivos, bueyes,  mulas y burros... y más.

Es verdaderamente lamentable la agonía de esta tradición. Se pierde la oportunidad de enseñar a los niños el amor por nuestros hermanos menores, cómo lo llamara el "poverello" San Francisco de Asís. Y la importancia de los animales para el equilibrio del entorno natural. La apatía y la ignorancia, el desdén de las autoridades encargadas de promover la cultura, que nunca terminan de entender su significado y misión; el descuido de las autoridades eclesiásticas, más preocupadas por cosas meramente Terrenas, como echan por la borda este legado de nuestro ser social."

4.- La quema de "Judas"

Ese día, hacia el mediodía, después de ver el tambaleo de los toros, por los portales desfilaban unos monotes de cartón, les decían "los judas". Los comerciantes regalaban cosas para colgarles a los monigotes esos. Se hacía escarnio contra una persona de la comunidad, como los que se emborrachaban los días santos, que son días de guardar, los que ponían las sinfonolas o habían dicho palabrotas (mentar la madre, por ejemplo) era quemado como "Judas". A los monos se les colgaba un letrero con el nombre del pecador. Los monos de cartón llevaban pólvora y cohetes por todos lados, eran tirados por sogas de una pared a otra, como una piñata.

Las figuras horrendas, verdaderos endriagos, representando al architraidor, se mecían sobre la multitud. Al estruendo de la cohetería estallaban las risas, gritos y sombrerazos de los mirones que empujaban y arrebataban las cosas que se desprendían del monigote, jirones de cartón quemado se esparcían por todos lados, en una nube de humo de pólvora. La felicidad completa. Se daba vida a una tradición que la "modernidad" tronó para siempre.


Estas son solo algunas de las varias tradiciones que la historia y el hombre han dejado atrás, dejando el terreno y dando paso a otras nuevas y más afines a la época, épocas que cada vez duran menos y cada vez se hacen más.


Fuente:
"Ecos de Lejanas Voces, vol. I y II"
Josué Bedia Estrada